En un jardín todo es armonía y belleza. Sin embargo, cada parte requiere un minucioso estudio y conocimiento por parte del experto en diseño de jardines.
Un aspecto fundamental para el desarrollo y mantenimiento del jardín es el suelo. Por eso, en este articulo vamos a profundizar un poco en este ámbito.
La primera pregunta que debemos tener clara es: ¿Qué es el suelo?. Según la FAO, el suelo: «está compuesto por minerales, materia orgánica, diminutos organismos vegetales y animales, aire y agua. Es una capa delgada que se ha formado muy lentamente, a través de los siglos, con la desintegración de las rocas superficiales por la acción del agua, los cambios de temperatura y el viento. Los plantas y animales que crecen y mueren dentro y sobre el suelo son descompuestos por los microorganismos, transformados en materia orgánica y mezclados con el suelo.».
Para entender mejor los suelos los podemos clasificar. Existen varias clasificaciones. A mi me gusta la siguiente que sigue un criterio basado en la cantidad de partículas de arena y arcilla que contiene el suelo.
Los distintos tipos de suelo son:
1.Arcilla: suelos difíciles de cultivar porque drenan muy mal y dejan pasar poco aire. La humedad les hace perder homogeneidad y la sequedad les produce dureza. Suelen tardar en calentarse en primavera. Son densos y ricos en nutrientes. Para la comprobación hay que observar que una muestra resulta ser muy resbaladiza y brillante cuando se le aprieta con los dedos.
2.Arena: drenan muy bien y ofrecen mucho aire a las raíces de las plantas. Son fáciles de cultivar y rápidos de calentar en primavera, pero se suelen secar demasiado pronto y los nutrientes se escapan con suma rapidez. Para la comprobación si un suelo es rico en arena hay que comprobar que, cuando se apriete con los dedos, se sientan sus partículas ásperas.
3.Cieno: tienen partículas cuyo tamaño es intermedio entre la arena y la arcilla. Pegajosos y pesados, suelen ser difíciles de cultivar. Para mejorar su calidad hay que aplicar grandes cantidades de material productor de humus.
4.Marga: este tipo es el ideal para cualquier jardinero. Es el resultado de una mezcla de arcilla, cieno, arena, materia orgánica y nutrientes. Retiene la humedad y los nutrientes, y drena muy bien.
5.Turba: está formado por materia orgánica descompuesta parcialmente. Estos suelos suelen ser ácidos. Su principal inconveniente es la dificultad de drenado. La construcción de formas de drenaje artificiales mejora su calidad.
Para poder cultivar correctamente resulta imprescindible conocer bien el suelo. Primero hay que saber que éste es el resultado de la actuación de las fuerzas orgánicas sobre material que no es orgánico. Un suelo de buena calidad, por ejemplo, debe contener todos los elementos nutrientes necesarios para producir el mayor beneficio sobre las plantas.
La calidad del suelo:
Una vez que identificamos el tipo de suelo debemos fijarnos en la calidad del mismo, para ello debemos evaluar la cantidad de nutrientes y microorganismos.
Entre los principales nutrientes con los que cuenta el suelo destacan: el potasio, el nitrógeno, el fósforo, el magnesio, el calcio, el azufre, el carbono, el oxígeno y el hidrógeno. Hay otros elementos que son beneficiosos para el suelo, pero los citados son los más importantes. Si hay déficit de alguno de ellos, las plantas pueden sufrir e incluso, llegar a morir.
Otra de las singularidades del suelo es que muchas formas de vida que ayudan a mejorar su mantenimiento como son las lombrices, los caracoles, los insectos, las bacterias, etc. Es conveniente favorecer el hábitat de estos seres vivos. Eso sí, sin pasarnos, porque el exceso de los mismos, puede llegar a degradar el suelo. Así, hay que tener cuidado con algunos insectos, que, en algunas ocasiones se presentan en forma de plagas.
Ya que hemos dado un paso adelante y no somos meros jardineros, sino que tenemos conocimientos más avanzados, cuando el suelo no presenta la calidad que deseamos, podemos mejorarlo.
Para mejorar el estado del suelo y convertirlo en la mejor mezcla de cultivo para plantas se han de seguir unas sencillas pautas de nutrición y cuidados.
Ante todo, es muy importante tener en cuenta la naturaleza del suelo, porque el humus (materia orgánica vegetal y animal en descomposición que abona la tierra) comienza a debilitarse tan pronto como se cava un trozo de tierra.
Los aspectos que nunca debemos olvidar para mejorar el suelo son:
Materiales orgánicos
Podemos considerarlo como las vitaminas del jardín. Son elementos que ayudarán mucho, pero debemos ser cuidadosos en su empleo, tanto por nuestra economía como por el equilibrio del suelo. Los más comunes son:
1.Fibra de coco: la fibra de coco puede utilizarse como un elemento más de la mezcla de cultivo. Se utiliza con plantas a las que les gusta la acidez (pH 5,5-6,3) y se encuentra en tiendas de jardinería.
2.Algas: se introducen directamente en el suelo húmedo del jardín, si está parcialmente debilitado o poco nutrido. Contienen, sobre todo, potasio y se adquieren en cualquier comercio, incluso en herbolarios.
Acidez y alcalinidad: pH
Cada suelo necesita un alimento distinto según su composición, necesidades y su pH. Al igual que la piel del ser humano, el suelo tiene una medida llamada pH que determina su alcalinidad o acidez. Cuando un suelo es rico en cal se dice que es alcalino. En el caso contrario, se trata de un suelo ácido. Generalmente, un pH por encima de 7,0 indica un suelo alcalino, mientras que un pH inferior a 6,5 es ácido. La mayoría de las plantas preferirán un pH comprendido entre estos dos extremos y será muy raro encontrar alguna vez un suelo con un pH por encima de 8,5 o por debajo de 4,5. Las plantas que se cultiven en un jardín, tienen que tener unas características adecuadas al pH de la tierra en la que van a desarrollarse.
Modificar el pH
Para elevar el pH del suelo, es decir, para aumentar su equilibrio alcalino, simplemente hay que añadirle cal hidratada, cal del suelo corriente o carbonato cálcico. Esto se compra en paquetes, y normalmente, vienen unas instrucciones de uso muy claras.
Reducir el pH del terreno para hacerlo más ácido resultará más difícil. En primer lugar, hay que sustituir la turba por otra materia orgánica para enriquecerlo. Una vez enriquecido se debe aplicar azufre a las flores; teniendo en cuenta que la proporción variará de un suelo arenoso (100 gr por cada 0,8 m²) a un suelo arcilloso (225 gr por cada 0,8 m²). Es preciso que se compruebe mensualmente el nivel del pH.
Compost
El compostaje es una técnica que imita a la naturaleza para trasformar de forma acelerada todo tipo de restos orgánicos, en lo que se denomina compost o mantillo. El compost tras su aplicación en la superficie de nuestra tierra se irá asociando al humus, que es el elemento necesario para un suelo saludable, fértil y equilibrado en la naturaleza.
Esta técnica se basa en un proceso biológico, que se realiza en condiciones de fermentación aerobia, con suficiente humedad y que asegura una transformación higiénica de los restos orgánicos en un alimento homogéneo y altamente asimilable por nuestros suelos.
En este proceso biológico intervienen la población microbiana como son las Bacterias, Actomicetos, y Hongos que son los responsables del 95% de la actividad del compostaje y también las algas, protozoos y cianofíceas. Además en la fase final de este proceso intervienen también macroorganismos como colémbolos, ácaros, lombrices y otros de otras muchas especies.
Existen muchas variantes de compost, entre ellas podemos destacar:
1. Compost para jardín: está compuesto por una gran variedad de desperdicios de jardín y de cocina que se hayan quedado pudriendo durante meses, es uno de los mejores acondicionadores y nutrientes del suelo.
2. Compost de setas: se emplea para nutrir tierras con carencias orgánicas. Sin embargo, en el caso de que los vegetales que se cultiven rechacen la cal, es preferible usar otro tipo de fertilizante. Lo venden los cultivadores de setas y, normalmente, contienen abono animal y marga.
3. Compost de lombrices: es uno de los nutrientes más comunes. Se aplica una pequeña capa del mismo sobre la tierra a fertilizar y las plantas crecerán vigorosas y sanas. Se puede encontrar en un centro especializado o en cualquier vivero.
Los fertilizantes
El concepto de fertilizantes se utiliza para hacer referencia a todos aquellos productos que de un modo u otro sirven para dar fertilidad al suelo del jardín. Los fertilizantes pueden ser naturales o artificiales. En cualquiera de los dos casos, la función principal de estos elementos es otorgar el carácter de fértil a la tierra para que la misma permita una mayor y mejor producción o crecimiento de las plantas.
El jardín está constituido por un conjunto de seres vivos a los que se debe que nutrir. Hay que alimentarlo con fertilizantes orgánicos e inorgánicos, puesto que ambos son necesarios e importantes para él.
Los fertilizantes nos ayudarán a que el terreno en cuestión no se seque, pierda fertilidad y las plantas recuperen la fuerza y el vigor necesario para mostrar toda su belleza y esplendor.
No debemos abusar de estos compuestos químicos, porque a largo plazo podemos generar episodios de contaminación, que dañarían gravemente el jardín.
En la etiqueta de estos fertilizantes inorgánicos comerciales, se determinarán sus características: los hay simples, que muestran su contenido en nutrientes en términos de nitrógeno (N), ácido fosfórico (P2O5) y potasio (K2O), y también los hay compuestos, que suministran cantidades variables de los tres nutrientes.
La aplicación de los fertilizantes es delicada, por eso, por eso te mostramos unos sencillos consejos:
a) Si necesitas que actué con rapidez conviene adquirir los abonos foliares, que deben aplicarse con el suelo húmedo y sin sol.
b) Es mejor introducirlo antes de sembrar o plantar, o encima del suelo mientras las plantas crecen.
c) Recomendamos extender una base al suelo unos días antes de sembrar. Si es demasiado tarde y se va a plantar de forma inmediata, hay que aplicarlo dentro de los centímetros superiores.
d) En tiendas especializadas, podemos encontrar fertilizantes en forma de líquido o polvo soluble; hay que disolverlos en el agua del riego o pulverizarlos sobre el follaje.
- El ruido urbano: la contaminación invisible - febrero 28, 2025
- El coste nivelado del hidrógeno - febrero 13, 2025
- Todo sobre la huella hídrica en 2025 - febrero 6, 2025